Después de disfrutar de unas semanas de tranquilidad y rutina ante una situación estable, esta semana pasada hemos empezado de nuevo con las obstrucciones intestinales.
Como cuidadora de Alzheimer, el sentimiento de preocupación ante este tipo de situaciones, me invade debido al desconocimiento en cuanto al sufrimiento que pueda tener mi madre y a la impotencia de no poder ayudar.
Lucho desde que me levanto todos los días por tratar de estar bien, trabajo mis pensamientos y mis sentimientos, y creedme que lo consigo, porque al fín y al cabo, llego a la conclusión de que mi madre no sufre, y esta ajena a todo lo que le pasa, sigue comiendo, sigue disfrutando como un bebé de su descanso, sus paseos en la silla, su mirada y su sonrisa siguen teniendo brillo e incluso la pregunto si está bien y me asiente con la cabeza.
Esta vez los supositorios de glicerina han hecho efecto al cabo de unos días y no ha sido necesario administrar ni edema, ni sobres laxantes y parece ser que el kiwí en ayunas con un chorreón de aceite de oliva que esta tomando desde hace unas semanas es el mejor laxante natural.